El Tallador de Rocas

Un día pasó por delante de la casa de un rico comerciante y vio las posesiones que éste tenía y lo respetado que era en la ciudad. El tallador de rocas sintió envidia del comerciante y pensó que le gustaría ser exactamente como él, en lugar de tener que estar todo el día trabajando la roca con el martillo y el cincel. Para gran sorpresa suya, el deseo le fue concedido y de este modo se halló de pronto convertido en un poderoso comerciante, disponiendo de más lujos y más poder de los que nunca había podido siquiera soñar. Al mismo tiempo era también envidiado y despreciado por los pobres y tenía igualmente más enemigos de los que nunca soñó.

Entonces vio a un importante funcionario del gobierno, transportado por sus siervos y rodeado de gran cantidad de soldados. Todos se inclinaban ante él. Sin duda era el personaje más poderoso y más respetado de todo el reino. El tallador de lápidas, que ahora era comerciante, deseó ser como aquel alto funcionario, tener abundantes siervos y soldados que lo protegieran y disponer de más poder que nadie.

De nuevo le fue concedido su deseo y de pronto se convirtió en el importante funcionario, el hombre más poderoso de todo el reino, ante quien todos se inclinaban. Pero el funcionario era también la persona más temida y más odiada de todo el reino y precisamente por ello necesitaba tal cantidad de soldados para que lo protegieran. Mientras tanto el calor del sol le hacía sentirse incómodo y pesado. Entonces miró hacia arriba, viendo al sol que brillaba en pleno cielo azul y dijo: “¡Qué poderoso es el sol! ¡Cómo me gustaría ser el sol!” Antes de haber terminado de pronunciar la frase se había convertido en el sol, iluminando toda la tierra. Pero pronto surgió una gran nube negra, que poco a poco fue tapando al sol e impidiendo el paso de sus rayos. “¡Qué poderosa es esa nube!” – pensó – “¡cómo me gustaría ser como ella!” Rápidamente se convirtió en la nube, anulando los rayos del sol y dejando caer su lluvia sobre los pueblos y los campos.

Pero luego vino un fuerte viento y comenzó a desplazar y a disipar la nube. “Me gustaría ser tan poderoso como el viento,” pensó, y automáticamente se convirtió en el viento.

Pero aunque el viento podía arrancar árboles de raíz y destruir pueblos enteros, nada podía contra una gran roca que había allí cerca. La roca se levantaba imponente, resistiendo inmóvil y tranquila a la fuerza del viento. “¡Qué potente es esa roca!”, pensó, “¡cómo me gustaría ser tan poderoso como ella!”

Entonces se convirtió en la roca, que resistía inamovible al viento más huracanado. Finalmente era feliz, pues disponía de la fuerza más poderosa existente sobre la tierra.

Pero de pronto oyó un ruido. Clic, Clic, Clic. Un martillo golpeaba a un cincel; y éste arrancaba un trozo de roca tras otro. “¿Quién podría ser más poderoso que yo?”, pensó, y mirando hacia abajo la poderosa roca vio… al Tallador de  Rocas.

Muchas personas consumen su vida entera buscando la felicidad sin encontrarla nunca, simplemente porque no miran en el lugar adecuado.

Nunca podrás ver una puesta de sol si estás mirando hacia el Este y nunca encontrarás la felicidad si la buscas entre las cosas que te rodean.

El cuento del Tallador de Rocas te enseña que la felicidad no depende de lo que cambies en tu vida… salvo que te cambies a ti mismo.

El sabio y el alacrán

El sabio y el alacrán 

Había una vez un monje sabio que paseaba junto a su discípulo en la orilla de un río. Durante su caminar, vio cómo un alacrán había caído al agua y se estaba ahogando. Tomó la decisión de salvarlo sacándolo del agua. Pero una vez en su mano, el animal le picó.

El dolor hizo que el monje soltara al alacrán, que volvió a caer al agua. El sabio volvió a intentar sacarlo, pero de nuevo el animal le picó provocando que le dejara caer. Ello ocurrió una tercera vez. El discípulo del monje, preocupado, le preguntó por qué continuaba haciéndolo si el animal siempre le picaba.

El monje, sonriendo, le respondió: “La naturaleza del alacrán es la de picar, mientras que la mía no es otra que la de ayudar”. Dicho esto, el monje tomó una hoja y, con su ayuda, consiguió sacar al alacrán del agua y salvarlo sin sufrir su picadura.

Nuestra naturaleza humana nos impulsa hacia el bien. Pero es nuestra decisión mantenernos fieles a ella, en cada decisión que tomamos y en todo lo que hacemos. Hay que ser precavidos, pero nunca dejar de ser quienes somos ni actuar en contra de lo que somos.

Las piedras del pescador

LAS PIEDRAS DEL PESCADOR

Todos los días el pescador salía a la playa, antes del amanecer para estar a solas con el mar y la noche. }

Una madrugada completamente oscura, caminando por la playa su pie tropezó con una bolsa de cuero, llena de piedrecillas que no pudo ver por las sobras que lo cubrían todo.

Cansado y aburrido, sin pensar, sacó de la bolsa una piedra y la aventó a las aguas del mar para ver si oía el ruido al hundirse. Pero no pudo escuchar nada.

Aventó piedras de diversos tamaños, algunas tan grandes como limones y otras como frijoles. Pero fue inútil. No escuchó nada.

En eso, llegó el primer rayo de luz, justo cuando quedaba en la palma de su mano la última piedra de la bolsa de cuero. Sintió curiosidad por observar cómo eran las piedras que había aventado al agua. Casi se desmaya de la impresión: en su mano tenía un diamante del tamaño de un garbanzo.

El pescador se maldijo, se dolió consigo mismo, gritando que había perdido una fortuna, que jamás se perdonaría.

Todos hacemos lo mismo. Nos atormentamos por lo que no tenemos en lugar de ver y disfrutar el diamante que brilla entre nuestros dedos. Es más fuerte nuestro dolor por lo que hemos perdido que el goce por lo que sí tenemos.

Ve todo lo que sí tienes: vida, salud, familia, amigos, bienes, trabajo, recursos, etc. Así tu mente podrá equilibrar y tal vez superar la angustia y el dolor por lo que te falta.

Maestra, ¿qué es el amor?

Maestra, ¿qué es el amor? 

Uno de los niños preguntó en clase: “Maestra, ¿qué es el amor?”  

La maestra pensó que la creatura merecía una respuesta adecuada a la pregunta inteligente que había formulado.

Como ya estaban por salir al recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y encontraran cosas a amar o que despertaran en ellos una actitud amorosa. Los pequeños salieron apresurados y cuando volvieron, la maestra dijo: “Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado.”

El primer alumno respondió: “Yo traje esta flor… ¿no es bonita? 

A continuación otro alumno dijo: “Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?

Y así los niños, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.

Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niños no había traído nada y que había permanecido en silencio, mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.

La maestra se dirigió a ella: “Muy bien. Y tú, ¿no has encontrada nada que puedas amar?”

La pequeñita, tímidamente, respondió:

“Lo siento Seño. Vi la flor y sentí su perfume. Pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalara su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero al subir al árbol, noté la mirada triste de su mamá y preferí dejarlo allí”

“Aquí que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que vi en los ojos de la mamá del pajarito. ¿Cómo puedo enseñarles lo que he traído?

La maestra agradeció a la pequeña y, emocionada, le dijo que había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que el amor lo llevamos en el corazón.

El amor es respeto y consideración, es sensibilidad y empatía, es atención y servicio a los demás. Es la decisión incesante y permanente de hacer el bien a todos los que nos rodean.

Cómo alcanzar las metas de tu vida

CÓMO ALCANZAR LAS METAS DE TU VIDA 

Por Arturo Balderas Rangel 

  1. El éxito

Estamos diseñados para el éxito, es decir, para fijarnos metas y objetivos y trabajar para alcanzarlos. Por tanto, el camino al éxito es el recorrido entre nuestra situación actual y nuestras metas.

El primer paso de este recorrido es tener metas claras. Una meta u objetivo es el fin señalado para una carrera, es el fin al que se dirigen nuestras acciones o deseos. Los objetivos le dan sentido y rumbo a nuestra vida, a nuestras decisiones y a nuestras acciones.

Es segundo paso es que esas metas sean lo suficientemente importantes, valiosas para nosotros, de manera que nos muevan a realizar las acciones necesarias para conseguirlas, a pesar de las dificultades y obstáculos del camino.

  1. El camino al éxito

Emprender el camino hacia éxito no es fácil, pues requerimos desarrollar al menos tres capacidades o habilidades en nuestra personalidad:

  1. a) Concentración. Poner toda la atención en un solo punto, el objetivo, sin distracciones ni dispersión.
  2. b) Tenacidad: Firmeza para no separarse del objetivo.
  3. c) Mantener constante el esfuerzo, hasta alcanzar el objetivo.

Los objetivos y metas deben dirigir nuestra vida en sus diversos aspectos: el matrimonio, la familia, el trabajo, el descanso, la vida social, la vida espiritual, etc.

  1. Las habilidades básicas para ir alcanzando éxitos
  • No desanimarse a pesar de los problemas y dificultades.
  • Mantener la esperanza y el esfuerzo.
  • Ser honrado, sincero y veraz.
  • Mantener toda la atención en los objetivos que para nosotros son valiosos. El que busca alcanza, al que llama se le abre, el que pide recibe.
  • Insistir, insistir, insistir hasta alcanzar.
Para avanzar en este tema, te sugerimos trabajar con nuestros audios
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Vive intensamente tu vida, aprovecha tu tiempo 

Oponerse y decir no también es amar

 

Valgo

VALGO

Atribuido a Jorge Luis Borges

“De tanto perder, aprendí a ganar; de tanto llorar, se me dibujó la sonrisa que tengo. Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré. Me asombro tanto cómo es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo. Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía. Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a esperar que me pidieran ayuda. Traté siempre que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan imperfecto, como debe ser (incluyéndome).

Hago sólo lo que debo, de la mejor forma que puedo, y los demás que hagan lo que quieran. Vi tantos perros correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido. Aprendí que en esta vida nada es seguro, sólo la muerte… por eso disfruto el momento y lo que tengo. Aprendí que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y deban estar, y quien realmente está interesado en mí me lo hará saber a cada momento y contra lo que sea.

Aprendí a vivir y disfrutar cada detalle, aprendí de los errores, pero no vivo pensando en ellos, pues siempre suelen ser un recuerdo amargo que te impide seguir adelante, pues, hay errores irremediables.

Las heridas fuertes nunca se borran de tu corazón, pero siempre hay alguien realmente dispuesto a sanarlas, con la ayuda de Dios. Camina de la mano de Dios, todo mejora siempre. Y no te esfuerces demasiado, que las mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques, ellas te buscan.

Lo mejor está por venir.”

El gato viejo

Un viejo gato vio cómo un gatito pequeño trataba de atraparse la cola y le preguntó: “¿Por qué tratas de atraparte la cola de esa manera?”.

El gatito le contestó: “He aprendido que lo mejor para un gato es la felicidad, y que la felicidad es mi cola. Y por eso la persigo y tato de atraparla; y cuando la atrape habré logrado la felicidad”.

El gato viejo de nuevo le dijo: “Hijo mío, yo también le he prestado atención a los problemas del universo; yo también he pensado que mi cola era la felicidad. Pero me he dado cuenta que cuando la persigo se me escapa y cuando voy haciendo lo que tengo que hacer, ella viene detrás de mí, por donde quiera que yo vaya”.

L. James

Nuestro trabajo por la paz

Nuestro trabajo por la paz debe comenzar dentro del mundo privado de cada uno de nosotros. 

Para construir para el hombre un mundo sin miedo, tenemos que vivir sin miedo. Para construir un mundo de justicia, debemos ser justos.

¿Y cómo podemos luchar por la libertad, si no somos libres en nuestras mentes? ¿Cómo podemos pedir a los demás que se sacrifiquen si no estamos dispuestos a hacerlo?…

Sólo con una verdadera entrega a los intereses de todos podemos alcanzar esa fuerza y esa independencia, esa unidad de propósito, esa equidad de juicio que son necesarios si estamos a la altura de nuestro deber para con el futuro, como hombres de una generación que tuvo la oportunidad de construir en nuestro tiempo un mundo de paz

Dag Hammarskjöld

El Rey Pirro y El Filósofo

El Rey Pirro y el Filósofo 

Un filósofo vivió largo tiempo en la Corte del rey Pirro. Pirro, que era un conquistador, una especie de Alejandro de los persas, estaba constantemente haciendo planes de invasión y de conquista. Un día llegó donde el filósofo, quién se encontraba tumbado a la sombra de un árbol en el jardín del palacio, y le dijo:
– He hecho un plan y mañana mismo salgo con mi ejército. Vamos a cruzar el estrecho y a conquistar toda Grecia, todo el Peloponeso.
A lo cual respondió el filósofo:
– Muy bien. Y después, ¿qué?
– Después continuaremos adelante, hacia Italia, respondió Pirro.
– ¿Y después?, interrogó nuevamente su interlocutor.
– Pues seguiremos y procuraremos llegar hasta el final del mundo.
– Bueno, muy bien, ¿y después?
– Bueno, ya después habré conquistado todo el mundo.
-¿Y entonces qué?, volvió a preguntar el filósofo.
Y dijo Pirro:
-Entonces podré descansar.
Ante lo cual el filósofo concluyó:
-Bueno, si de lo que se trata es de descansar, por qué no te sientas aquí conmigo bajo este árbol y empezamos directamente, sin tanto trajín

Por favor, ¡enójate!

Cuando los sentimientos de ira y enojo no se pueden reconocer y manejar abiertamente, van formando en el interior un “fondo emocional negativo” altamente tóxico, que va envenenando nuestra vida y nuestras relaciones. Es frecuente que ésta sea una de las causas principales de las enfermedades psicosomáticas.

Las formas más comunes de bloquear del enojo y de la ira son:

  1. Sofocarlos inconscientemente

“Yo nunca me enojo. No hay nada lo suficientemente importante como para enojarse. Claro que me doy cuenta de que es arrogante y me maltrata, pero a mí no me afecta. No me importa en lo más mínimo”.

  1. Sofocarlos conscientemente

“Estoy enojado pero eso no significa que me rinda, simplemente me controlo y olvido. Me doy un regaderazo y se me quita. Me tomo un tranquilizante en el día, un somnífero en la noche para dormir y desaparece. Doy un paseo y olvido. Se me olvida rápidamente. Cuando estoy un poco enojado me tomo unos tragos de alcohol y se me quita. Yo, ¿enojarme? ¡Nunca! Me río de los problemas. Hace enojar a otras personas, pero yo no se lo permito. A mi no me hace enojar”.

  1. Posponerlo

“¿Por qué no pensé en eso antes? ¿Por qué siempre pienso la respuesta correcta hasta que ya es muy tarde? No me enojé cuando eso sucedió ni ahora que lo platico, pero  me duele mucho la cabeza. Siempre me molesta, pero soy tan tonto que hasta después me doy cuenta. Si esta persona estuviera aquí, le diría realmente lo que pienso. ¿Se imaginan? Ahora que lo pienso, me da coraje”.

  1. Transferirlo

Enojos repentinos, sin razón aparente. Enojos fuertes por ofensas imaginarias, inexistentes o muy pequeñas. Acumular o exagerar viejas ofensas o problemas y descargarlas en alguien inocente sin razón alguna. Resentimiento contra uno mismo. Voltear la ira contra sí mismo y deprimirse. Ideas paranoicas: todos están en contra de mi.

  1. Racionalizarlo y diluirlo

“Debe estar enfermo y sé que no puede evitarlo; así es que no puedo enojarme con él. La gente civilizada, lógica y racional es calmada; la cabeza es la que controla. La gente madura no se enoja; sólo los tontos lo hacen. Mañana ella lo sentirá más que yo. ¿para qué me enojo?. Uno no se puede enojar con los niños. ¿Qué te hace pensar que estoy enojado? Ni siquiera he alzado la voz. Simplemente me pongo a hacer otra cosa y mi enojo desaparece. Por favor, no hables tan fuerte. La gente nos va a escuchar y es de muy mal gusto. Parece que estoy enojado pero no es cierto. ¿Quién está enojado? Ni estoy enojado ni estoy gritando. Estoy hablando más fuerte sólo porque me interesa la discusión”.

  1. Tratar de se indiferente

“No siento nada”.

Por favor, sé consciente de tu sentimiento

Los aprendizajes que debes hacer para evitar el malestar físico y emocional del enojo no manejado adecuadamente, son:

– Darse cuenta o ser consciente de estar o sentirse molesto, incomodo, enojado.

– Ser consciente y darse cuenta de las molestias físicas asociadas al sentimiento de molestia, ira o enojo: color de la cara, latidos del corazón, nervios y músculos crispados o apretados, etc.

– Ser consciente y darse cuenta de los deseos de gritar, de decir malas palabras, de insultar, de hacer aspavientos con las manos y brazos.

– Ser consciente y darse cuenta de los deseos de golpear, de lastimar o de irse.

– Ser consciente y darse cuenta del deseo de hablar, de contestar, de reclamar.

El primer paso en el proceso de manejar adecuadamente la agresividad es ser consciente, darte cuenta y aceptar tus sentimientos de molestia, ira, enojo. Acepta tus sentimientos en forma cada vez más natural y espontánea, para que puedas manejarlos adecuadamente.

Con afecto

Arturo y Gema

www.arturoygema.com

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